# C a p í t u l o III.
Y de un momento a otro, no hay algo
bajo sus pies.
El aire le roza la cara y todo el
cuerpo, está cayendo.
Rápido, muy rápido.
Lo siguiente es agua. Ese
líquido… rodeándole. Haciendo presión contra su cuerpo, prohibiéndole caer más.
Estoy… ¿vivo?
La lluvia pasa y LuHan
está sentado al borde del acantilado, tirando piedras. Kris está junto con
JongIn bajo un árbol, vigilando que no haga una locura.
Pero LuHan no es el único que
sufre.
JongIn llora, sorbe su
nariz, se limpia las lágrimas. Maldice al Elfo una y otra vez en su mente y en
voz alta, le mata con la mirada y en su imaginación, echándole la culpa de lo-que-sea que haya pasado.
Kris le observa, aun
buscando al menor con la mirada. Porque definitivamente
volvería. Tenía que volver.
Pero los segundos avanzan
y… nada.
Las gotas de lluvia se van
deteniendo poco a poco, dándole paso a un reluciente sol, a un hermoso
arco-iris. Las aves vuelven a cantar y es como si nada hubiera pasado. Nada.
Y cuando Kris devuelve su
vista hacia LuHan, no está.
Llama a JongIn y éste le
ignora, así que se aguanta sus ganas de matar
al mocoso ese, hijo de troll y corre hacia el lugar donde recién estaba
LuHan para buscar señas de la dirección por la cual el Elfo se hubiera ido,
pero nuevamente nada. Respira
profundo y capta lo que busca. El aroma dulzón de SeHun ya no está (y se esmera
en tratar de encontrarlo, pero es como buscar a un enano en tierra de
gigantes), pero el de LuHan sigue ahí. Hacia su izquierda, y no duda en
seguirle antes que se mezcle más con la humedad presente.
Cierra los ojos y se deja
llevar guiado por su esencia (entonces, es verdad que los dragones tienen buen
olfato. Es un gran dato si eres perseguido por uno). De pronto, tropieza.
Cuando lo hace pierde su concentración y, también, el rastro de LuHan. Y está a
punto de cambiar su cuerpo por uno gigante y con alas cuando un chico moreno, un mocoso moreno según Kris, le señala
con el pie hacia adelante.
Y allí está SeHun, como si
nada, jugando con agua que el alto no
sabe de donde mierda salió ya que
flota en el aire. Siente el impulso de sacarlo de ahí, ir por LuHan e irse
lejos… y está bien, llevarse al hijo de troll también.
Pero ocurre ese algo.
Eso que espera desde
siempre.
El agua comienza a rodear
a SeHun y éste empieza a cambiar. Su piel, su cabello, sus ojos. Y Kris piensa
que es mucho mejor de lo que alguna
vez pensó.
Pero algo no cuadra.
El olor de LuHan le había
llevado hasta allí y no le ve. Es ahí cuando siente que esa misma agua se le
acerca y él solo atina a retroceder. Le va a gritar a SeHun cuando la voz de
LuHan (¿Dónde está?) se le adelanta. “SeHun, ¡SeHun! ¡Hunnie!”. Y el menor,
como recién sacado de un sueño, se percata de la llegada de sus amigos.
Paf.
Hace LuHan cuando cae desde algún lado.
Paf.
Hace Kai en el momento en que es lanzado contra un árbol.
Paf. Hace Kris al caer
al piso con SeHun.
“No… No se lo llevarán”. Mierda.
— ¡Es Suho! — grita. “Jodido JoonMyeon”, piensa.
Pero nadie sabe quién es
ese tal SuHo.
— ¡JoonMyeon! ¡Soy YiFan! —
Los hermanos le miran extrañado, ni idea quién es “YiFan”. El moreno abre la
boca, formando una pequeña “o” y sin podérsela creer. YiFan… el maldito YiFan.
Dragón de dragones, ladrón de ladrones, asesino de asesinos. El desaparecido YiFan, ¿eh?
— ¿YiFan? — se escucha de
fondo, y el agua que flota empieza a juntarse. Una a una las gotas se
entrelazan formando una figura cristalina, que una vez bien definida empieza a
dar indicios de tener un rostro y ser algo
— ¿Wu YiFan?
— El mismo, SuHo.
— ¿Pero no que tú… —
— No. Lo que sea que estés
pensando, no. Y ahora te jodes y me dejas largarme con el mocoso, con LuHan y
SeHun.
— ¿Es el hijo de SeYoung?
— Sí.
— Solo por esta vez, Fan —
SuHo le mira, desafiante como ninguno contra Kris. Quiere, desea, necesita todo lo proveniente de la
Nayade con él. ¿Obsesión? ¿Locura? ¿Amor? Bah, palabras. Hay cosas que no se
pueden explicar, que se deben sentir y, quizás, SeYoung provoca
ese-tipo-de-cosas en JoonMyeon — Y solo porque eres tú.
— Sí, como digas.
— Él lo sabe WuFan, el moreno. Sabe quién eres. ¿No quieres dejármelo? —
habla SuHo, en un idioma sin nombre e inentendible para los Elfos, pero
perfectamente conocido por el dragón. Por un momento, la idea de dejarle a
¿Kia? ¿Kai? Le parece apetecible, confortante, ilusa. Imperdonable tratándose de SuHo.
Unas horas más tarde se
aprecia a cuatro chicos (uno demasiado alto, claro), saliendo del bosque de los
Kim en dirección hacia la única salida en con camino al norte: los icebergs,
terreno de los dragones del hielo (vamos,
no creían que estos solo lanzaban fuego por la boca, ¿o sí?).
Lo sabe, lo sabe, lo sabe… ¡Joder no! No, no puede
saberlo, no debe. Un paso en falso y todo se acabará. No, este mocoso no me
ganará, no me joderá los planes, ¡y menos ahora! Debería volver con SuHo y…
¡No! Cálmate Wu YiFan, cálmate. LuHan y SeHun pelean como una ardilla como si
nada, no sospechan nada, saben simplemente nada. Te están mirando, solo
sonríeles como si todo estuviera en su lugar… aunque no lo esté. Solo mantén la
calma y niega lo que sea… no, no, no han dicho nada, no niegues nada. Ellos… confían
en ti, sí. Ese mocoso no es nadie y… no seguirá mucho tiempo más con nosotros,
no. Ríe, si, así, bien alto, mírale desafiante con tu sonrisa ladina y
temeraria que tanto te sirvió años atrás. Perfecto, justo como ahora. Es como
si yo creciera (¿o él se hiciera más pequeño?).
Me teme. Me rehúye. Me odia. Me… desafía con la mirada.
Respira Kris, que no rompa tu tranquilidad… porque si
realmente sabe quién eres ni se acercaría a ti. No se arriesgaría a nada,
YiFan.
Sí, perfecto. —
Wu YiFan.
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