domingo, 30 de diciembre de 2012

[SooKai/Oneshot-o2] Deadman ;;

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Autora: Pauli 
Título: Deadman ;;
Pareja: SooKai {D.O/KyungSoo x Kai/JongIn}
Tipo: Yaoi
Género: angst (?) no sé, no me da para Angst hard.
Clasificación: +13
N°: o2/66. 


"Los finales felices existen, claro. Pero no todos corren la suerte
de vivir en un cuento de hadas."





Sonrió como estúpido — uno enamorado, se debe aclarar, ¡porque hay muchos tipos de estúpidos! — al encontrar aquel contacto entre sus números telefónicos. Apretó el botón verde que prácticamente le gritaba "presióname", y esperó que al otro lado de la línea alguien respondiera.

Nada.

Una y otra vez la operadora le mandaba a buzón de voz. Nuevamente se sentía humillado consigo mismo. Había marcado el número que se había prometido no volver a llamar, porque era un error, y quizás el más hermoso y doloroso de su vida -hasta ese entonces corta-. No sabía si reírse de sí mismo por ser tan inútil, tan dependiente, o si llorar por haberlo intentado y no haber obtenido respuesta. Sin saber qué hacer, rio y lloró a la vez, cuando de pronto sonó la canción "Amazing" del artista de moda Sunggyu, y esa melodía indicaba una llamada. Pero no cualquiera, sino una de él. Él.

Se secó las lágrimas una por una con la manga de su chaleco azul — el color favorito de él, de su KyungSoo — y contestó.

"Te necesito", le dijeron desde el otro lado del teléfono. Había escuchado tantas veces lo mismo que incluso pensó que estaba todo en su imaginación, que era una bella mala jugada de su memoria.

Pero todo daba lo mismo, ¿no? Si su mente quería jugar, le seguiría el juego. Si era su realidad… no había ni que pensarlo.

"También te necesito" respondió.

Está bien, se dijo. Le creería, nuevamente. Todo por volver a sentir aquellas mariposas pasearse libremente por su estómago, por poder sonreír como si le hubiese pasado lo mejor, por saber que no hay distancia entre ellos. Y, efectivamente, al cortar el llamado todas sus dudas se disiparon, como si se perdieran en la niebla presente en aquella plaza. Se levantó entusiasmado, dichoso, glorioso ante sí mismo. Sonreía — sí, de nuevo lo hacía —, y por un momento se dio el permiso de soñar con su mundo ideal, en aquel inexistente donde JongIn era de KyungSoo y KyungSoo de JongIn; donde podían amarse libremente, donde el mayor le correspondía al menor. Porque no eran pareja, al contrario de lo que todos pensaban. Pero eso no era motivo de depresión para el menor; siempre había tenido claro que más que amigos jamás pasarían. Conocía la historia de D.O con SuHo, sus temores, como permitió que el amor que se le brindaba se le escurriera entre las manos por miedo a perder a JoonMyeon. Pero Kai no cometería los mismos errores del otro. 'Los amores pasan, los amigos quedan' es lo que KyungSoo siempre le decía, y era algo que él quería creer.



Una vez más, una vez más había caído en su juego. Cada vez que escuchaba sus disculpas y sus palabras de cariño se las tragaba amargamente, pero con una sonrisa en su boca. Su corazón le cegaba de lo que su mente le susurraba, le decía, le gritaba. Se abrazó más a sus piernas queriendo olvidar todo a su alrededor, todo le recordaba a él. El dibujo que le había regalado, la pantalla del móvil escogida por él, su ropa azul... no sabía en qué momento su vida pasó a ser un 'yo' a un 'nosotros', en qué momento le importó más lo que pasara entre ellos a lo que pasara a su alrededor... y a pesar de todo no se arrepentía, porque arrepentirse era para cobardes. 'Aprende de tus errores' era su lema, pero a veces ni él sabía que esa era una mentira más que añadir a su lista de promesas rotas. Una mala noticia había llegado a sus oídos, le había enviado un mensaje al mayor prácticamente rogándole que le llamara, dejando a un lado su propio orgullo. Esperó y esperó esa llamada, aferrado a su celular hasta que el pequeño aparato se apagó al no tener batería, y su dueño caía dormido entre lágrimas. A las horas después, JongIn con el móvil en mano y encerrado en el baño, con lágrimas en los ojos y un cuchillo en la diestra había llamado al mayor.
Marcó, sabiéndose esta vez de memoria el número y le puso en alta voz, esperando oír esa voz tan especial que le hacía estremecerse. “¡JongIn! Lo siento, en serio, por no llamarte ayer... ¿qué paso?”, y fue allí cuando se derrumbó. No podía pronunciar palabra, solo sollozaba y lloraba, y le decía que le quería, que no le dejase solo, no en aquel instante. Trató de explicarle que sus exámenes en el médico no habían sido demasiado buenos y que debería viajar por más a Estados Unidos, trató de decirle que tenía miedo de irse y no volver, miedo de no haber hecho tantas cosas. Pero fue interrumpido. "JongIn-ah, llámame luego, ¿sí? Chanyeol llegó de visita... Cuídate". El tono de la línea cortada era realmente lo último que el moreno quería escuchar, y como queriendo tener un final feliz, reprodujo en su teléfono los vídeos grabados de él y el mayor cuando recién se habían conocido. La risa del joven con ojos más grandes era música para él; era su perdición. Había caído rendida ante ella, adentrándose por donde claramente decía "no entrar", y ya no había vuelta atrás. Estaba enamorado hasta el fondo, pero tan profundo que ya no podría escapar.

El frío que le recorría el cuerpo era prácticamente de ultratumba. Se sentía peor de cómo imaginaba la muerte; esa inseguridad de no saber que viene, de si estás 'aquí o allá'. Las lágrimas caían por su piel, magullada ya por tantas heridas, recorrida por tantas otras lágrimas, siguiendo el camino de estas como si hubiese un compás predestinado para ellas, y terminaban, como siempre, en la punta de su mentón para caer en su muñeca, la cual se apoyaba entre sus piernas justo bajo su llanto. En esa muñeca estaban sus pulseras de promesas olvidadas, de otras rotas, de otras cumplidas, y estaba el espacio de muchas por haber. Y aquel espacio se iba disminuyendo, se iba perdiendo a la vez que el rojo de su sangre recorría su piel una vez más, y posiblemente para nunca más brotar de aquel cuerpo cada vez más frío. 

jueves, 20 de diciembre de 2012

[KaiHun/Oneshot] La paliza del año ;;

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Tipo: Yaoi
Género: Fluff
Clasificación: G?
N/A: al igual que todos mis shots, es cortito y lleno de amorsh. Se lo dedico a todos los SeKai's shippers<3 no cuenta en mi lista de 66 shots porque es viejo asdljadsjl y porque ando con bloqueo y no he escrito nada ;A; 






» La paliza del año ;;




Corrió escaleras abajo escapando de ‘su agresor’. No quería que le encontrara, ya que esta vez se había buscado el enojo del más alto.
Cuando llegó abajo, volteó a ver si le seguía. Estaba unos cuantos escalones sobre él: su cara se tornó blanca, su pulso se aceleró y… salió corriendo más rápido.
Llegó al patio de su escuela, mirando hacia donde podía dirigirse para esconderse, ¡bingo! El almacén de balones. Giró nuevamente su cabeza buscando al chico tan solo unos meses mayor, pero no le vio, así que corrió hacia su escondite.




Paf. La puerta se abrió.

No era la primera vez que se escondía del mayor ahí, pero era primera vez que le encontraba.
Lo próximo que sintió fue la pared contra su espalda, la respiración del contrario cerca (muy cerca) de él, y los brazos del moreno evitando que saliera.

— 23 a 1. 

La risa del menor inundó el lugar.

— ¿23 a 1 qué?

— Ya me he escondido 23 veces, solo me has encontrado una. Tonto. 

— ¿Te gusta molestarme, eh SeHun?

— Claro. Es fácil y divertido, además, de pasada juegas conmigo.

— ¿Quieres la paliza del año, SeHun?

Dudó antes de responder. La mirada de JongIn era, en pocas palabras, realmente intimidante, pero confiaba en que el mayor (como las 23 veces anteriores) hiciera simplemente nada.

— Claro.

— Tú te lo buscaste.

Lo que el moreno hizo SeHun jamás lo olvidaría, porque las cosas menos esperadas y que sorprenden son las que marcan, las que recuerdas siempre. No sabía si correr, si golpearle, si gritarle, así que simplemente hizo lo que su cuerpo pedía y su mente ignoraba: corresponder a lo labios del más alto que ahora le quitaban el aliento.

Al separarse, SeHun golpeó a JongIn.

— ¿Qué?

— Ahora tienes otra razón para darme una paliza, Kai.

El menor salió corriendo, gritando un atrápame, que si me voy no podrás vengarte.

El moreno sonrió, y finalmente corrió tras el prófugo.

— ¿Quieres guerra? — gritó mientras le seguía — la tendrás, SeHun. Ya verás cuando te atrape.

La próxima vez se aseguraría de dejar cerrada la puerta del depósito de balones, y sin duda le cobraría una venganza al menor. De todos modos si el otro le provocaba, estaba en todo su derecho. ¿Cierto?



» Fin.

lunes, 10 de diciembre de 2012

[HunHan/04] Deplore: Maybe, in another life ;;

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Perdón la demora, corrí la actualización unos días porque esta semana no actualizaré, ¡la siguiente sí! Está sin betar porque no tuve tiempo -ni inspiración-, así que cualquier error disculpen~~



# C a p í t u l o I V.




— ¡Yah SeHun! ¡Deja a la pobre ardilla en paz!

— Pero LuHan… ¡ella empezó!

— No hay excusas — el mayor se acerca al animal, el cual tiene unas cuantas piedrecillas y bellotas que le lanza al menor. Cuando LuHan está cerca se sube al hombro de éste, mirando triunfadoramente a SeHun.
El menor solo le saca la lengua.

— ¡SeHun!



Los minutos y segundos pasan, dándole paso a la noche. Hacen lo mismo que la anterior; buscan refugio bajo un árbol, consiguen ramas y hacen una fogata y luego duermen. La oscuridad se pasa en un dos por tres, algunos ruidos quizás, pero nada más.
Ya de día, continúan con el camino. Según Kris llegarían a mediodía a los icebergs.
Y como si de un mago se tratase, así es. El paisaje cambia gradualmente, primero vientos gélidos y luego el piso sin vegetación, cada vez más congelado. La nueva amiga de LuHan (la cual resultó llamarse Ace) se despide, pues no puede avanzar más. El que la carga la deja en el piso y la ve alejarse para luego seguir caminando. Cada uno saca su capa y se cubre a más no poder.
A pesar del frío intenso y el paisaje desolador, podría decirse que es hermoso. Los árboles (muertos, probablemente) yacen congelados en diferentes sectores, casi como estatuas. El reflejo del sol en el piso es como una obra de arte, un cuadro jamás antes visto, una gama de colores y brillo.
Pero ni un ápice de vida se presenta en el lugar. O eso creen.

— ¡Kris! ¿Y los dragones? Yo te dije que — y la voz del más pequeño del grupo se corta. El más alto le había empujado a él y a los otros dos, pues él no se había fijado en el paisaje, sino en algo más. Una gran cantidad de vapor sale de donde habían estado parados unos segundos antes alcanzando unas ramas de un árbol cercano. Cenizas.

Tsk.

— Mejor dense prisa — los otros tres asienten sin dudar, siguiendo a Kris hacia los icebergs que ya están en su rango de visión.

Al llegar y poner ambos pies sobre el hielo aquel, sienten que su piso se mueve, se tambalea de un lado a otro. No mucho, pero sí lo suficiente para preocuparlos al principio.
El menor tiene parte de sus piernas y manos azulosas de tanto tocar el hielo. Trata de mover algo allí y, además, le sorprenden los peces que se encuentran en su interior. (Porque oh sí, hay seres que en su momento estuvieron vivos y ahora congelados allí. Obra de los dragones, se debe darles sus respectivos créditos).

— SuHo dijo que… —

— No le creas nada, SeHun. Es un experto en… como se llame lo que sea que haga — habla firmemente sin dejar de mirar hacia todos lados el más alto — su nombre, SuHo, significa guardián en el idioma en el que me habló. Es un guardián de almas… y créeme que le gusta tenerlas, que estén bajo su mando. En el acantilado que viste están todas ellas atrapadas, condenadas por su guardián. Son leyendas desde que yo era pequeño, supuestamente su amor cayó por allí y lamentablemente murió. Se lamentó días; noches. Toda su vida. Terminó haciendo un trato con las brujas de Irzuk y acabó allí, engañado claro; pero él aún no se da cuenta de eso. Sigue creyendo que cuando un alma es encerrada allí, la de su amada saldrá. Pobre.

— ¿Le conocías, YiFan? — menciona Kai, sin quitar su vista de enfrente. La sangre de Kris hierve por sus venas, sus sentidos tratan de nublarse y casi pierde el control. “Pero no, vamos Fan, respira” — Habla, Wu YiFan.

Aunque nada sale como les espera.

Como si el nombre del dragón causara sensación y euforia, una ráfaga les invade desde atrás."Maldita sea, maldito Kai. Maldito Baekhyun y su maldito rencor".

El viento los tira y los separa, les hace magulladuras y les hace rodar lejos. Y desde otro lado, tomándoles por sorpresa y causando más desastres, otra ráfaga les invade y les hace separarse un poco más.
SeHun, como puede, termina arrastrándose con LuHan.

— ¿Pero qué—

Más viento.

Ambos terminan rodando por una pendiente del iceberg. LuHan ruega, pide, suplica en su mente que no caigan al agua porque, si el frío de esta no les mata, quién sabe qué podría causar en el menor el líquido aquel.

Y de pronto para. Su cuerpo deja de moverse y siente que puede respirar tranquilo, que todo va “bien”.
O eso cree hasta que nota que SeHun solo baja y baja, acercándose más al agua. Y está que entra en un colapso nervioso entre me lanzaré y lo salvaré o sus morirá, moriré… Y no atina más que a cerrar sus ojos profundamente, aguantando la respiración como si eso pudiera detener la caída del menor.

Pero sorpresa.

Así pasa.

SeHun deja de caer. Sigue allí, solo unos metros más abajo.

Y no sabe si debe bajar por él o hacerle subir.

Pero se decide por la primera opción.

SeHun abre la boca para hablar, pero sus palabras se ahogan en la de LuHan. Es una leve presión que pone nervioso al menor, aún más sabiéndose (o creyéndose) un maldito egoísta por quererlo solo para él. Pero no puede resistirme, piensa. LuHan sonríe aún sin separarse y causa un sinfín de emociones en SeHun. La respiración sobre la suya le hace notar que todo es real, que están allí; juntos. Saber que está sonriendo por su causa la provoca nervios (nervios de no ser lo que el mayor espera, de hacer algo mal, de equivocarse). La mirada que se posa en él le hace sentir al descubierto, observado, protegido. Pero nada supera lo sentimientos que le causa el hecho de volver a sentir los labios del contrario sobre los suyos. Un movimiento leve, nada desesperado pero cargado con emociones; como queriendo guardar el sabor del otro y degustarlo sin dejar el más mínimo detalle.
Se separan, pero no precisamente por falta de aire. Escuchan un fuerte ruido y ven pasar un dragón por sobre sus cabezas y SeHun puede jurar que no son lo que imaginaba o como se los habían planteado; además, el hecho de tener una gran cantidad de lo que parecen escamas de hielo simplemente le confunde más. El menor baja la vista pero no ve al mayor frente a él.
Luego, siente que le jalan de la capa. Cae dentro de un pequeño agujero junto con su hermano, quién le abraza por detrás y le tapa la boca con la mano derecha.

— Shh.

Y le vuelve a besar de manera lenta y cariñosa. Acariciando su boca con la propia. La mano izquierda de LuHan dibuja figuras sin forma sobre el estómago de SeHun, y con la derecha juega con su pelo.

¿Puede ser más perfecto, Hannie? 

Cuando se separan y el mayor queda apoyado en el hielo, SeHun está sobre éste de espaldas, siendo abrazado por él. El mentón de LuHan queda apoyado sobre el hombro del menor, cantándole pequeñas estrofas de canciones olvidadas.

Todos dirían que amarnos está mal. Todos lo pensarán, nos lo gritarán y nos lo refregaran en la cara. Pero… ¿Por qué preocuparme? Para mí estaba mal que me vieran como un bicho raro, como si fuera un gigante pequeño, un Elfo maleducado o una Ninfa sinvergüenza, pero a nadie le interesó. ¿Debería entonces importarme lo que para ellos está mal? Desearía quedarnos así para siempre. Congelarnos en este instante y que jamás nos encuentren, poder permanecer la eternidad juntos, felices, sonriendo. Pero no puedo ser tan…
Egoísta.
Es tu deber… no, más allá de eso y de satisfacer a tu padre es por el resto. Es por quienes viven en esos lares que rodean tu tierra, nuestra tierra. Son los mismos que nos darían la espalda si saben que la dejarías por un simple chiquillo.
Sí, un simple, estúpido, imperfecto y sin importancia chiquillo.
Quiero, en serio, ser feliz contigo. Pero hay una duda que me carcome por dentro, que quita mi aliento cada vez que me miras y detiene mi corazón cada vez que me besas.
¿Podrás ser feliz conmigo?
Si mis suposiciones son ciertas, no quiero oír la respuesta.
No deseo escuchar la negativa, ni la positiva. Sería encadenarte a mí, a mi sufrimiento; tú me darías tu felicidad a cambio de perderlo todo.
Quizás haya una pregunta que valga más, una que derrite mis ideas y pensamientos, una que no me deja vivir ni dormir en paz.
¿Quieres ser feliz conmigo, LuHan? — SeHun. 

sábado, 8 de diciembre de 2012

Notita #1

2 comentarios
Holi<3 ¡gracias por las visitas y los comentarios! motivan a no abandonar el blog c:
bueeno. Ayer no actualicé y no lo haré hasta el lunes, porque el próximo viernes tampoco podré... tengo mis oneshots a medias y I need time xD además, traduciré "48 hours"^^ creo que ese empezaré a publicarlo desde el otro mes, tengo muchas cosas por hacer esta semana.
Iré subiendo otros oneshots que tengo que son viejos >___< pero es para no bajar la cantidad de visitas y así^^ son casi puros HunHan... de hecho, creo que solo son HunHan lol y no son parte de los 66 oneshots (a todo esto, ahora me he encontrado con tres chicas que empezaron esto luego de que yo lo haya hecho XD)~~

¡Gracias por leer!


sábado, 1 de diciembre de 2012

[HunHan/03] Deplore: Maybe, in another life ;;

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# C a p í t u l o  III.


Y de un momento a otro, no hay algo bajo sus pies.
El aire le roza la cara y todo el cuerpo, está cayendo.
Rápido, muy rápido.


Lo siguiente es agua. Ese líquido… rodeándole. Haciendo presión contra su cuerpo, prohibiéndole caer más.


Estoy… ¿vivo?






La lluvia pasa y LuHan está sentado al borde del acantilado, tirando piedras. Kris está junto con JongIn bajo un árbol, vigilando que no haga una locura.

Pero LuHan no es el único que sufre.
JongIn llora, sorbe su nariz, se limpia las lágrimas. Maldice al Elfo una y otra vez en su mente y en voz alta, le mata con la mirada y en su imaginación, echándole la culpa de lo-que-sea que haya pasado.
Kris le observa, aun buscando al menor con la mirada. Porque definitivamente volvería. Tenía que volver.

Pero los segundos avanzan y… nada.

Las gotas de lluvia se van deteniendo poco a poco, dándole paso a un reluciente sol, a un hermoso arco-iris. Las aves vuelven a cantar y es como si nada hubiera pasado. Nada.
Y cuando Kris devuelve su vista hacia LuHan, no está.
Llama a JongIn y éste le ignora, así que se aguanta sus ganas de matar al mocoso ese, hijo de troll y corre hacia el lugar donde recién estaba LuHan para buscar señas de la dirección por la cual el Elfo se hubiera ido, pero nuevamente nada. Respira profundo y capta lo que busca. El aroma dulzón de SeHun ya no está (y se esmera en tratar de encontrarlo, pero es como buscar a un enano en tierra de gigantes), pero el de LuHan sigue ahí. Hacia su izquierda, y no duda en seguirle antes que se mezcle más con la humedad presente.
Cierra los ojos y se deja llevar guiado por su esencia (entonces, es verdad que los dragones tienen buen olfato. Es un gran dato si eres perseguido por uno). De pronto, tropieza. Cuando lo hace pierde su concentración y, también, el rastro de LuHan. Y está a punto de cambiar su cuerpo por uno gigante y con alas cuando un chico moreno, un mocoso moreno según Kris, le señala con el pie hacia adelante.
Y allí está SeHun, como si nada, jugando con agua que el alto no sabe de donde mierda salió ya que flota en el aire. Siente el impulso de sacarlo de ahí, ir por LuHan e irse lejos… y está bien, llevarse al hijo de troll también.

Pero ocurre ese algo.

Eso que espera desde siempre.

El agua comienza a rodear a SeHun y éste empieza a cambiar. Su piel, su cabello, sus ojos. Y Kris piensa que es mucho mejor de lo que alguna vez pensó.

Pero algo no cuadra.

El olor de LuHan le había llevado hasta allí y no le ve. Es ahí cuando siente que esa misma agua se le acerca y él solo atina a retroceder. Le va a gritar a SeHun cuando la voz de LuHan (¿Dónde está?) se le adelanta. “SeHun, ¡SeHun! ¡Hunnie!”. Y el menor, como recién sacado de un sueño, se percata de la llegada de sus amigos.

Paf. Hace LuHan cuando cae desde algún lado.

Paf. Hace Kai en el momento en que es lanzado contra un árbol.

Paf. Hace Kris al caer al piso con SeHun.



“No… No se lo llevarán”. Mierda.



— ¡Es Suho! — grita. “Jodido JoonMyeon”, piensa.
Pero nadie sabe quién es ese tal SuHo.

— ¡JoonMyeon! ¡Soy YiFan! — Los hermanos le miran extrañado, ni idea quién es “YiFan”. El moreno abre la boca, formando una pequeña “o” y sin podérsela creer. YiFan… el maldito YiFan. Dragón de dragones, ladrón de ladrones, asesino de asesinos. El desaparecido YiFan, ¿eh?

— ¿YiFan? — se escucha de fondo, y el agua que flota empieza a juntarse. Una a una las gotas se entrelazan formando una figura cristalina, que una vez bien definida empieza a dar indicios de tener un rostro y ser algo — ¿Wu YiFan?

— El mismo, SuHo.

— ¿Pero no que tú… —

— No. Lo que sea que estés pensando, no. Y ahora te jodes y me dejas largarme con el mocoso, con LuHan y SeHun.

— ¿Es el hijo de SeYoung?

— Sí.

— Solo por esta vez, Fan — SuHo le mira, desafiante como ninguno contra Kris. Quiere, desea, necesita todo lo proveniente de la Nayade con él. ¿Obsesión? ¿Locura? ¿Amor? Bah, palabras. Hay cosas que no se pueden explicar, que se deben sentir y, quizás, SeYoung provoca ese-tipo-de-cosas en JoonMyeon — Y solo porque eres tú.

— Sí, como digas.

Él lo sabe WuFan, el moreno. Sabe quién eres. ¿No quieres dejármelo? — habla SuHo, en un idioma sin nombre e inentendible para los Elfos, pero perfectamente conocido por el dragón. Por un momento, la idea de dejarle a ¿Kia? ¿Kai? Le parece apetecible, confortante, ilusa. Imperdonable tratándose de SuHo.


Unas horas más tarde se aprecia a cuatro chicos (uno demasiado alto, claro), saliendo del bosque de los Kim en dirección hacia la única salida en con camino al norte: los icebergs, terreno de los dragones del hielo (vamos, no creían que estos solo lanzaban fuego por la boca, ¿o sí?).


Lo sabe, lo sabe, lo sabe… ¡Joder no! No, no puede saberlo, no debe. Un paso en falso y todo se acabará. No, este mocoso no me ganará, no me joderá los planes, ¡y menos ahora! Debería volver con SuHo y… ¡No! Cálmate Wu YiFan, cálmate. LuHan y SeHun pelean como una ardilla como si nada, no sospechan nada, saben simplemente nada. Te están mirando, solo sonríeles como si todo estuviera en su lugar… aunque no lo esté. Solo mantén la calma y niega lo que sea… no, no, no han dicho nada, no niegues nada. Ellos… confían en ti, sí. Ese mocoso no es nadie y… no seguirá mucho tiempo más con nosotros, no. Ríe, si, así, bien alto, mírale desafiante con tu sonrisa ladina y temeraria que tanto te sirvió años atrás. Perfecto, justo como ahora. Es como si yo creciera (¿o él se hiciera más pequeño?).
Me teme. Me rehúye. Me odia. Me… desafía con la mirada.
Respira Kris, que no rompa tu tranquilidad… porque si realmente sabe quién eres ni se acercaría a ti. No se arriesgaría a nada, YiFan.
Sí, perfecto. Wu YiFan.

martes, 27 de noviembre de 2012

[LuKai/Oneshot-o1] Sick love ;;

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Autora: Pauli / — G a m e r
Título: Sick love ;;
Pareja: LuKai {LuHan x Kai/JongIn}
Tipo: Yaoi
Género: angst (?) no sé, no me da para Angst hard.
Clasificación: +13
N/A: es raro, pero no sé, me gusta. Quizás se enreden bastante, pero en lo personal me gusta como quedó. Es un Remake.
N°: o1/66. 



 



Puede sentir su mano sudar, y su pulso acelerarse a la par de su respiración ya irregular. También, es capaz oír los pasos cada vez más cerca de aquel extraño que había interrumpido en su casa hacía unos momentos.

Hacía tan solo dos horas había estado junto a sus amigos en los videojuegos.


Una hora atrás estaba caminando a casa mientras en su mente ideaba una nueva coreografía para mostrarle a KyungSoo.


Media hora antes había estado haciendo la tarea de trigonometría.


Hace menos de quince minutos había estado cenando con sus padres.


Hacía diez alguien había derrumbado la puerta.


Hacía tan solo cinco había visto a sus padres ser asesinados.


Y en este momento los pasos se dirigen hasta su escondite.


¡Kai-ssi! ¿Puedes salir un momento?

No puede ser.

Los pasos dejan de dirigirse hacia su ubicación al cambiar de rumbo.
Cierra los ojos a más no poder al oír abrir la ventana de su cuarto.
Un grito ahogado sale de su boca al escuchar el siguiente disparo.
KyungSoo no podía haber ido a su casa justo en ese momento.

No.




Cuando se despierta todo está oscuro a su alrededor.
No tiene compañía a su lado.
Una estúpida sala blanca. Vacía.
No están sus padres.
No está KyungSoo.
Está solo.

O eso cree.

Oh, el nuevo despertó.

Siente una leve presión en sus brazos, pero no puede ver más allá de la oscuridad que le rodea. La poca luz que se filtra por la ventana deja a la vista un lugar tétrico, pero nada más; vacío.
Y de nuevo la voz. Esta vez canturreando algo de I’m here for you. If you don’t love I’m sorry, because I’m crazy for you, and I’ll make a Word where you and I will be happy forever. Did I listen a “not”? Sorry, because this isn’t a question.
Y nuevamente unas manos haciendo presión en sus brazos.
Pero, oh, ¡sorpresa! Está solo.
O eso él ve.
Pero no es lo que siente, lo que escucha.

Y de pronto, ¡paf! Alguien sobre él.
Una mano tomando la suya, inspeccionándola detalladamente.

Uno, dos, tres… pff, son cinco.
Y lo mismo con su otra mano.
Pero JongIn no habla, no respira; solo espera.
“Quizás, si espero, si finjo estar muerto, se irá”.
Que hermoso plan, dá.

¿Estás muerto? Genial. Así quizás pueda sacarte un dedo… o dos. ¿De qué color son tus ojos? Si son de color le gustarían a Bacon. ¿Tu cabello es negro? Mejor. Sí, podría crear un gran disfraz contigo.

Un disfraz. Con él.



Quizás cuando esté realmente muerto.

Los muertos no abren los ojos, ¿por qué tu sí?

Silencio.

Quizás estás mudo… debería revisarte.

Miedo.

Siente algo frío en su mano. En sus dedos, la presión nuevamente, el dolor… pero solo uno pequeño, para luego darse cuenta que el extraño se lleva su dedo a la boca.

Tipo AB… qué común.

La voz del sujeto cambia drásticamente. No era juguetona, ni tonta, ni como la de un niño con juguete nuevo, era… Escalofriante. De alguien desquiciado, loco.

Pero aun así quiero ver por qué no hablas.

Y luego el filo de aquel objeto punzante está en su garganta. Simplemente está allí, no hay presión, no duele.

La puerta se abre y alguien entra.
Pero él estaba solo nuevamente.
Mierda.

Una luz se enciende, y comprende por qué no puede moverse.

Está amarrado.

Amarrado.

Amarrado.

No, esto no me puede estar pasando.
Pero oh, si está pasando.

Por fin despiertas. Bienvenido a tu nuevo hogar, JongIn.

Pero nuevamente no habla.
Trata de hacerlo.

Nada.

Trata de gritar.

Silencio.

Y de pronto una risa rompe el silencio.

Qué loco el hombre con uniforme blanca que había recién entrado ríe de él. Le observa y niega con una mano en su cien.

Toca su garganta y… una cicatriz.
Más mierda.

Descuida, hablarás nuevamente. En unos meses quizás, si tienes suerte. Hasta entonces estarás aquí, chiquillo. Por cierto… Chanyeol, sal de ahí ya.

Aguafiestas.

No quiero otro paciente menos, Chanyeol. Anda, dame lo que tienes en la mano.

Un cuchillo.

¿Solo esto?

Dos más, un tenedor y un destornillador. Una tijera cae.

Chanyeol.

El nombrado gruñó, y pasó su último arsenal.
A Kai un escalofrío le recorre la espalda. No ha visto un cuchillo así en su vida. Es enorme. Puede ver en el restos de sangre aún, y el reflejo de la luna que se filtra entre las rejas de la ventana.
Mira un momento al tal Chanyeol. Es alto (muy alto, se debe recalcar), su cabello castaño y liso, ni largo ni corto. Su sonrisa es enorme, e incluso llega a dar miedo, pero no tanto como lo daba en plena oscuridad.
Chanyeol le señala.
El alto frunce el seño, poniéndose serio.

Chanyeol. No lo descuartices, no aún eh se le escapa otra risa no se sabe si es inocente o culpable, y para eso necesitarán que hable. Quieren pasarlo por el detector de mentiras.

El alto bufa molesto, saliendo de prisa.

Inocente. Culpable. ¿Descuartizarlo?

Le parece que algo anda mal.

Pero corrijo, algo anda realmente mal.


Al día siguiente hay algo a su lado: una libreta y un lápiz.
No sabe para que sirven hasta que cae en cuenta de que no puede hablar. Bingo.
Trata de sentarse, pero está amarrado.
“Genial, me dejan algo para que escriba pero no puedo usar mis manos”, piensa.
La puerta se abre, y sus ojos brillaron ante la posibilidad de ser liberado.

Pero no.

Es Chanyeol.

Chanyeol.

Mierda nuevamente.

¡Chanyeol! ¿Es el cuarto del nuevo? Te prohibieron entrar allí.

Y por un momento piensa que había alguien cuerdo allí.

¡Para la otra me avisas! Yo también quería ir.

Y su sonrisa se deforma.

Hola.

Chanyeol ya no está a solas con él en el cuarto. Ha entrado un muchacho de… ¿unos quince años? Sí, esa impresión le da. No se da tiempo de mirarlo por mucho, esta se posa en Chanyeol.

¿Qué hiciste para que te trajeran acá?
“Quisiera saber lo mismo, dongsaeng” se le dirige mentalmente al chico con cara de adolescente.

Quiero saber por qué no puedes hablar. ¡Bacón debe ver tu cicatriz!

Cicatriz. ¿Cuál? Y un momento, ¿Cuándo la vio el chico?

Lo vio acercarse, y no puede hacer nada.

Quiere gritar, empujarle, escupirle… pero hizo nada.

Cierra fuertemente los ojos, como esperando, y nada ocurre.

Al abrirlos está solo.

Vació.

Debe estar loco. De hecho, se podía decir que realmente lo está.
O eso cree el mundo.
Y eso empieza a creer él también.

Pasan alrededor de quince minutos cuando la puerta se abre otra vez. Es un chico de estatura normal, un rostro pálido (y hermoso), con una sonrisa de esas que transmiten seguridad.

JongIn no se la traga.

No le cree.

Y de hecho, le odia.


Hola.
¿Cuántas veces le saludarían? No puede hablar. Basura.
El extraño le libera una mano. Solo una. Y luego, le tiende la libreta.

¿Sabes por qué estas aquí?
Niega. El contrario bufa.
Ya presentía él que la cara era lo único que tenía de amable.

¿Si quiera donde estás?
Niega nuevamente.

Estúpido.
Fue un susurro. Ni llegó a los oídos de JongIn.

Kim JongIn, 16 años, surcoreano. Acusado de triple asesinato: su madre, su padre, un civil. El último más conocido como Do KyungSoo. ¿Ahora entiendes? Esto es un… manicomio. Sí, eso. No se te podía enviar a la cárcel por ser menor, y al no poder hablar tampoco puedes ir a un juicio, no cuando en unos meses podrás hacerlo.
JongIn hizo nada. Miraba la nada. Pensaba en nada.

Ríe.

Ríe más fuerte, pero nadie le oye.

Está el oficial ahí, pero los ruidos no salen de su garganta.

La broma es buena, si, divertidísima.


Joder no. Le es un infierno. Empieza a llorar. Broma el unicornio alado del quinceañero que entró antes, esta es su realidad. Ríe y llora a la vez, tanto que la cabeza le duele a horrores al igual que el estómago.

El contrario al parecer siente miedo.

Con eso me basta por hoy. Por cierto, para la próxima que quieras suicidarte luego de cometer un crimen señalo su garganta asegúrate de hacerlo bien.

Y llora.

Y ríe.

Y grita.

Y maldice.

Pero nadie le oye. Todo queda en su mente.




Al tercer día le dejan salir.

¿Salir de donde? Iluso. Le permiten dejar su habitación para pasearse por el ‘centro de rehabilitación’.


Su garganta duele a horrores y el hecho de respirar ya le cuesta. Ni trata de hablar. De todas formas, no hubiera podido hacerlo.

¡Eh tú! ¡El nuevo! ¿Jong… In? Sí, ¡JongIn!

Y se gira para tener muy cerca a su nueva pesadilla.
Chanyeol.
Le empuja, pero al darse vuelta para huir allí está otro chico. A éste no le conoce.

Byun BaekHyun, 18 años. Coleccionista de ojos de color, un gusto.
Le estira la mano.
JongIn no sabe si volver a llorar, a reír, o hacer ambas nuevamente. Debía ser el tal Bacon.

Calla y le tiende la mano. Quizás era mejor ser su amigo. O tal vez sea la peor idea que se le haya podido cruzar por su cabeza.

JongIn le pasa un papel.


Mi nombre es Kim JongIn, 16 años, acusado de triple asesinato.

Oh. ¿Eres el mudo?
Asiente.

Así, entre palabras y papeles se logra comunicar con el tal Baekhyun, mientras Chanyeol desaparece nuevamente. Piensa seriamente que el alto es un fantasma.
Se entera que realmente se encuentra en un manicomio. También de diferentes tipos que allí hay. Pregunta por el muchacho de ‘quince años’, pero Baekhyun dico que el único chico menor que JongIn allí se llama SeHun, y no salía a manudo.
No porque no quisiera.
No porque no pudiera.
Si no porque Oh SeHun es sinónimo de peligro.

También hay más chicos, pero ninguno le interesa.

Chicos que oyen voces. Chicos que coleccionan objetos raros. Chicos que son un peligro hasta en prisión.

Ahora él también es eso.

Un problema.




Al cuarto día cae en la cuenta de su realidad.

Sus padres están muertos.

Su mejor amigo también.

Él era el culpable.

O eso le recalcan siempre, haciéndole dudar de si mismo.

En cualquier momento enloquecería.

Si es que ya no lo estaba.




Es el séptimo día (y no había salido más que para ir al baño) cuando llega nuevamente el inspector. Esa vez se presenta.

Kim JoonMyeon. Llevo tu caso.
JongIn trata de hablar y sale algo como una tos.
Algo era más que nada. Qué genio.

¿Eres culpable?
Niega.

¿Inocente?
Asiente.
“Es obvio que si no soy culpable soy inocente, estúpido”.

Dices ser inocente cuando nadie forzó la puerta para entrar, y cuando llegó la policía estabas cerca de la ventana con un arma escondida tras de ti y un cuchillo en la mano derecha, el cual tenía tu sangre.
“¿Qué nadie forzó la puerta? Ciegos”.

Están solo tus huellas digitales en las armas y en la casa. ¿Por qué te creería?
Alza los hombros. El tipo es un estúpido (para él) y no le discutiría.

De hecho, quiere divertirse un poco.

¿Estás jugando conmigo?
Pone su mirada de te-mataré (esa que le daba a KyungSoo cuando lo despertaba en la mañana) y puede notar cómo se tensa el supuesto Señor Kim.

Todo por hoy. Quizás venga en una semana.
Se marcha. Kai trata de reír, en vano obviamente.




En el décimo día aun no se acostumbra a su situación.

Por las noches llora recordando a sus padres, a KyungSoo.

Aún no se lo cree.


Esa mañana sale, por fin. Se encuentra que el chico que tiene cara de bebé.

Éste le sonríe.

Y su mundo tiembla.

Es como un ángel. Sus perfectas facciones definidas (que no había notado antes) su pelo bien peinado, su sonrisa.

Esa sonrisa… Es como la del tipo que había entrado en su casa.
Pero no podía ser. El chico estaba allí desde antes… ¿cierto?

Sale corriendo lo más lejos que ese lugar le permite.



En la noche llora como tantas; gritos ahogados, su cara húmeda, ojos hinchados. Este es el panorama.
Tristeza. Culpabilidad. Soledad.

Hasta que un quinceañero entra a su cuarto.

Empieza a tiritar, a sudar.

Pero nada ocurre, nada.

Soy LuHan, 20 años, Chino.
Pero no dijo por qué se encuentra allí.

Eso es lo que JongIn necesita. Lo que al mismo tiempo teme.
Trata de hablar, más nada. El chino ríe.

Tranquilo, no te esfuerces.
Se acerca. Y JongIn cierra los ojos una vez más, deseando desaparecer.

Pero nuevamente ocurre lo que menos se espera, un abrazo y una bella canción.

Se queda dormido entre los brazos de LuHan.
Hacía diez días que no dormía tan bien.

Pero aun así está harto de las sorpresas.
Harto.




Se despierta solo.
Bueno, no totalmente.
Hay… ¿un enfermero? Quizás así puede llamarle. Le obliga a hacer gárgaras, le da medicina, y un chequeo rápido.

Todo está bien.

Pronto volvería a hablar.

¿Y luego qué?



Al salir de su cuarto se encuentra nuevamente con su - actualmente - Hyung.

Oh. ¿Dormiste mejor, JongIn?
Sonríe.

Y entonces recuerda.

Asiente, mientras se pone tan pálido como su morena piel le permite.

Y el mayor vuelve a sonreír, de manera diferente.

Ven.
Le toma de la mano y le lleva lejos.

Quizás no tanto.

Es su cuarto, el del chino.
Está lleno de fotos tomadas por alguna cámara polaroid. Fotos por todos lados. De él mismo, de Chanyeol, de Baekhyun, de chicos que no conocía. Algunos con una marca roja en la esquina superior.

Quiere preguntar, pero le da miedo.

Hay una foto de él allí.
O eso piensa. Es muy (muy) similar a él, pero no recuerda haberse teñido el cabello rojo. Omite el detalle y sigue mirando. Hay fotos de chicos que ha visto en esos días, pero ninguno de ellos tenía la marca.
Frunce el entrecejo.

Están muertos. Los que están marcados, están muertos. Todos han pasado por acá.
“¿Todos?”
Son realmente muchas fotografías. No quiere ni pensar cuanto tiempo ha pasado LuHan allí.

Y tampoco necesita preguntar.

Estoy aquí desde… no lo recuerdo bien. Años.
Años… y él no puede soportar unos días.

Quiere saber más de él.

Quiere creer que no es el asesino de sus padres.

Quiere mantener la esperanza de no ser el único cuerdo allí.

Toma su lápiz y en su cuaderno escribe ¿Por qué estás aquí?

Oh. Secreto.
No, LuHan no se puede poner a jugar con él.

Toma una de las fotos, la despegaría.

Alto.
El moreno arquea una ceja, sonriendo ladinamente, de forma divertida.

Tira un poco más.

Y luego está en el piso con un muy enfadado chico sobre él.

Te dije que te detuvieras, estúpido.
Quizás no era tan normal como lo parecía.

Y quizás JongIn ha empezado a dejar de creer en la realidad.

Toma una de las fotos a su alcance.

La separa de la muralla.

LuHan grita.

Vale, vale. Detente ya. Te lo diré, pero detente.
Definitivamente LuHan no daña ni a una mosca. Es fácil convencerle.

Pega de vuelta la foto y se sienta en la cama del cuarto, apreciando todo a su alrededor.

El contrario cierra la puerta, con llave. Cierra las cortinas: oscuridad.

Pero Kim JongIn ya no tiene miedo. No tiene qué perder.

No lo sé. No muy bien.
Debe ser una broma.

Otra mala broma.

Porque sabe que no lo es.

Desde que tengo memoria estoy acá… mis padres me dejaron. Me tenían miedo. Supuestamente acá estoy ‘a salvo’, cualquier anomalía conmigo la pueden detener de inmediato.
JongIn le mira incrédulo. Aunque LuHan no nota la mirada.

Supuestamente… puedo mover objetos. Lo hago de forma consiente o no, lo hago y ya. No sé que tanto hice para que mis padres me temieran, pero aquí estoy. Nadie lo sabe, solo tú, ellos y… mi doctor, por así decirlo.

El mayor suspira.

Te mato si lo dices.
El moreno ríe.

Y de pronto tiene a LuHan sobre él, con una mirada que pensaba que el mayor no tenía.

Traga saliva.

Porque sí, nuevamente tiene miedo.
Es un maldito bipolar.

¿Te parece una broma lo que hablo?
Niega.

Y el chico vuelve a su cara habitual, su sonrisa de siempre, su mirada llena de brillo (el cual no se podía apreciar en la oscuridad, pero estaba allí).

Júrame que no lo dirás.
JongIn pone su mano en el corazón, y trata de articular una palabra. Sale un ‘lo’, el resto es aire sin sonido. Quizás si se recuperaría pronto.




El chico que es su ‘enfermero’ al tercer día que va se presenta como YiXing. Era chino también, al igual que todo el personal.

JongIn está en China.

No sabe por qué, ni le interesa.

Pero de pronto, algo hace click en su cabeza.

LuHan. Médico.

YiXing.
Es un susurro muy bajo, con una voz pastosa y seca, pero logra llamar la atención del joven.

Ni trates de hacerlo, JongIn. Debes mejorarte. Además, ya me voy.
Sale.

Solo, nuevamente.
Pero no por mucho.

También abandona el lugar.

Y LuHan está en su puerta como de costumbre. Sin compañía al igual que él.

Se ha acostumbrado a ver al mayor solo, siempre. A veces éste ve al resto jugar, mira televisión, escucha música o baila, pero siempre solo.

Por lo menos así era cuando no estaba con él.

Pero no le saludaba, jamás le miraba, ni le hablaba. Era solamente cuando estaban solos.
Justo como en este momento.

Kai.
Sonríe como tantas otras veces. Tan jodidamente perfecto. Más hermosa que la sonrisa de JoonMyeon, más desquiciante que la de Chanyeol, más brillante que la de Baekhyun.

Así es la sonrisa de LuHan a los ojos de JongIn.

Y como todas las otras veces que le ha visto sonreír, le teme.

Pero ya nada importaba, no cuando se trata de LuHan.

Ignora su miedo, su presentimiento, su indiferencia. Porque todo vale la pena por estar cinco minutos a solas con él.

Y JongIn sonríe de vuelta.

Caminan como tantas otras veces a la habitación del mayor para hacer lo de siempre.
Ósea, de todo (aunque tomando en cuenta el lugar en donde están, el termino ‘todo’ no es muy amplio).



Un día lluvioso LuHan va muy temprano por el menor, llevándolo a su cuarto nuevamente.

Habla.

¿Qué?

Nada.

Y el moreno ríe como hacia tiempo no lo hacía. Carcajadas escapan de su boca, un par de lágrimas brotan de sus ojos.

Pero al ver a LuHan calla.
Algo anda mal.

¿Cómo supiste que podría hablar hoy?
Le duele, sí, pero es un dolor soportable.

Se acabó el tiempo.
Y espera una explicación.


Pero esta nunca llegó.

A cambio, puede sentir la respiración del quinceañero sobra la suya. El tiempo sigue corriendo, se le acababa, y no sabe de qué escapa.

Le besa.

Algo cálido, corto. La pequeña boca del más blanco se amolda perfectamente a la gruesa del moreno, como si hubiesen estado hechas la una para la otra.

Era como si se conocieran desde antes.
Como si hubiera pasado una eternidad saboreando sus labios, olvidándolo en algún momento.

Pero no, este es su primer beso.

Quizás el último.

Tic tac. El tiempo se agota.

¡JongIn! Sé que estás ahí. Sal ya, te toca revisión.
Mierda, mierda, mierda.

Lo comprende.

Puede hablar. Se largaría de allí, para siempre.





El juicio es rápido, mucho.
No escucha al juez, a su abogado, a la corte.
Simplemente habla cuando se le da la oportunidad.

Soy culpable.

Definitivamente sí, se ha vuelto loco.
O siempre lo había estado.

Señor habla su abogado el niño no sabe lo que dice. Estuvo más de un mes en un manicomio, quizás y su pequeño discurso fue cortado por JongIn. Más bien, por la risa de éste.

No. Soy culpable. El siguiente podrías ser tú. Depende de qué digan las voces.
Miente.
Se está condenado.
Pero todo sea por pasar una maldita eternidad junto a LuHan.


Vuelve al manicomio esperando ver al mayor.

Nada.

Corre hasta el fondo de aquel lugar, a una habitación en específico, vacío.

No hay fotos.

No hay cama.

No está LuHan.

Mierda.


Le pregunta a Baekhyun. A Chanyeol. A YiXing.

Nada. Nadie le conoce.

LuHan no existe.

No allí.


Si, definitivamente está loco.

Loco de amor.
Enamorado de nada.
De nadie.
De LuHan.
 

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