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martes, 22 de enero de 2013

[HunHan/Oneshot-o3] Cambio de aires ;;

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Autora: Pauli 
Título: Cambio de aires;;
Pareja: HunHan{SeHun x LuHan}
Tipo: Yaoi
Clasificación: +13
N°: o3/66.
N/A: me perdí mucho tiempo y ni avisé. me fui de vacaciones y pues, aún lo estoy. gracias a la tami<3 hoy se me fue un rato el bloqueo que tenía -tengo-, y salió esto de mi cabeza con sueño. está sin betar y llevo un tiempo sin escribir, pero bueno... quizás tarde en volver a actualizar con otro oneshot, pero lo seguiré haciendo.





» C a m b i o D e A i r e s ; ;



No viaja con intenciones de un amor de verano, ni con ganas de aprender o para salir de fiesta. Quiere, simplemente, un cambio de aires.




Y huir de él. Aunque no lo admita, claro.




Pero sus padres se toman demasiado en serio algunas cosas, y cuando la madre de un tal LuHan llama a la suya para invitar a SeHun a una “escuela de verano” ésta acepta gustosa, sin si quiera preguntarle al pequeño si quiere pasar un mes de sus vacaciones en un país que desconoce, en casa de personas que jamás ha visto. Pero, al fin y al cabo, estaría “cambiando de aires” (Y huyendo de él).

Pero ya lo ha hecho. Y, en efecto, el pequeño ya está en el aeropuerto de China. Respirando el contaminado aire de un país que no es el suyo. Son, literalmente, otros aires.

Baja del avión y camina con la mirada en su mano, donde se encuentra un pequeño aparato: su móvil. Está prendiéndolo cuando alza la vista y tiene a un desconocido sonriéndole justo enfrente.



Sonriéndole así.

Así como SeHun imagina las sonrisas perfectas; unos finos labios rosas, que esconden una dentadura blanca y perfecta.

Pero no es la primera vez que un chico (o chica) llama su atención por alguna razón (ojos, voz, cuerpo), aunque si es la primera que se enamora tanto de una curva así, por lo que le resta importancia y anota en mentalmente que debe contarle a Kai que ha sufrido otro “enamoramiento flash”, o así ellos han proclamado a esos amores de cinco minutos.



El desconocido resulta ser el dichoso LuHan. Tiene diecinueve años y él dieciséis, aunque el contrario no lo sabe. El mayor le habla, se presenta y le explica un sinfín de cosas que a SeHun no le interesan, así que simplemente escucha y asiente a todo, desechando de su memoria las cosas que cree no necesitará.

Suspira cansado; serán tres semanas allí. Con LuHan y esa sonrisita suya.
Serán veintiún días en los cuales no le conocerá a fondo, donde se agregarán a diferentes redes sociales por las cuales no interactuarán en esos días (y, probablemente, tampoco lo harán luego. Excepto para fechas importantes tales como cumpleaños).




La primera semana será en la cual SeHun descubrirá que es más que un “enamoramiento flash”. Kai le denomina amor de verano; aunque el menor cree que es menos que eso, él le llama tenerle ganas. También el mayor le dará la mano un par de veces para, simplemente, arrastrarle de un lugar a otro y no dejar que el coreano se pierda, y cada vez que esos pequeños detalle ocurran Sehun se encargará de no soltarle.

En la segunda semana SeHun descubrirá que no podría enamorarse de LuHan. Hay algo en él que le llama; que le hace sentir que esa boca debe ser suya, que esa sonrisita debería formarse justo cuando entre en contacto con su boca. Pero al mismo tiempo, LuHan no tiene ese-no-se-qué por el cual SeHun caería a sus pies (en realidad, la única razón es porque LuHan no es él, no es Baekhyun).
El día doce se besarán por primera vez. El chino tomará la iniciativa en el baño de la facultad; SeHun le responderá y descubrirá que la boca del mayor sabe aún mejor que como se ve.



Pero LuHan no es Baekhyun. Son polos opuestos.



Y eso, muy en el fondo, le enloquece más. Esa diferencia le pide, le susurra, le grita que quizás una relación con el mayor podría funcionar.



Pero, nuevamente, LuHan no es Baekhyun. No es él.



En la tercera semana el mayor se enterará de la edad de SeHun. Dieciséis. Dieciséis. Caminará de un lado a otro susurrando improperios en Chino de los cuales el menor jamás ha oído, y si los vuelve a oír quizás no recordará haberlo hecho antes.
Se retará y se recriminará por entrometerse con alguien menor. Porque tres años de diferencias no son muchos, dirá, pero cuando uno tiene dieciséis y el otro diecinueve es donde se nota más; su relación es ilegal. Dejando a un lado el tema de que ambos son hombres, se está aprovechando de un menor según la ley.

Pero le importará un carajo aprovecharse de un menor cuando SeHun le bese. Porque les quedan unos días más para dejar todo atrás: en aquellas tierras Chinas en las que SeHun jamás volverá a poner un pie encima. A LuHan le importa poco (por no decir nada) que sus finas manos recorran la pálida piel del menor, explorar y conocer lugares que ni el menor sabía que existían en su cuerpo. Porque la cordura que le queda (o que cree que le queda) se esfuma cuando la piel del más alto se pega a la suya produciéndole un calor más alto que el pronóstico del tiempo ha asegurado que sería. SeHun sonríe sabiendo que tiene el control, que el mayor no puede resistírsele. Tendrá una gran historia que contarle (presumirle) a Kai cuando vuelva a Corea.




Los últimos días serán, sin duda, los más divertidos. Se escaparán, incumplirán normas, harán lo que se les de la gana; lo disfrutarán, sí. Comerán litros de helado, harán guerras de agua, y se besarán cada dos por tres (con manos traviesas entre medio; escenas con ranking +18 quizás).

El día en el que deberá volver a Corea será el que más recuerden de aquel cambio de aires. SeHun se encargará de recordar esa sonrisa en ese rostro. No estará triste porque no se ha enamorado, no estará dejando atrás al amor de su vida ni a su mejor amigo. Un amorío sin más; de esos amores locos de la juventud de los cuales siempre te acuerdas y quieres, en algún momento, revivir. Se despedirán con un beso travieso y fugaz (no sin haberse aprovechado del seguro del baño un rato, claro), ni palabras de cariño habrá. Un “adiós” será lo último que podrá leer el menor en la boca del contrario desde la lejanía, justo antes de que se formara esa sonrisilla. Y es ahí, cuando la verá por última vez justo antes de subirse al avión, que creerá que le tenía más que ganas a LuHan.



# # # # #



El primer día en Corea luego del viaje.

Volverá a ver a sus padres, a sus amigos.

A Baekhyun.



Y allí lo notará, y lo tomará como un balde (una bañera si es posible) de agua fría en pleno invierno.



Notará que Baekhyun no es LuHan.

lunes, 10 de diciembre de 2012

[HunHan/04] Deplore: Maybe, in another life ;;

5 comentarios
Perdón la demora, corrí la actualización unos días porque esta semana no actualizaré, ¡la siguiente sí! Está sin betar porque no tuve tiempo -ni inspiración-, así que cualquier error disculpen~~



# C a p í t u l o I V.




— ¡Yah SeHun! ¡Deja a la pobre ardilla en paz!

— Pero LuHan… ¡ella empezó!

— No hay excusas — el mayor se acerca al animal, el cual tiene unas cuantas piedrecillas y bellotas que le lanza al menor. Cuando LuHan está cerca se sube al hombro de éste, mirando triunfadoramente a SeHun.
El menor solo le saca la lengua.

— ¡SeHun!



Los minutos y segundos pasan, dándole paso a la noche. Hacen lo mismo que la anterior; buscan refugio bajo un árbol, consiguen ramas y hacen una fogata y luego duermen. La oscuridad se pasa en un dos por tres, algunos ruidos quizás, pero nada más.
Ya de día, continúan con el camino. Según Kris llegarían a mediodía a los icebergs.
Y como si de un mago se tratase, así es. El paisaje cambia gradualmente, primero vientos gélidos y luego el piso sin vegetación, cada vez más congelado. La nueva amiga de LuHan (la cual resultó llamarse Ace) se despide, pues no puede avanzar más. El que la carga la deja en el piso y la ve alejarse para luego seguir caminando. Cada uno saca su capa y se cubre a más no poder.
A pesar del frío intenso y el paisaje desolador, podría decirse que es hermoso. Los árboles (muertos, probablemente) yacen congelados en diferentes sectores, casi como estatuas. El reflejo del sol en el piso es como una obra de arte, un cuadro jamás antes visto, una gama de colores y brillo.
Pero ni un ápice de vida se presenta en el lugar. O eso creen.

— ¡Kris! ¿Y los dragones? Yo te dije que — y la voz del más pequeño del grupo se corta. El más alto le había empujado a él y a los otros dos, pues él no se había fijado en el paisaje, sino en algo más. Una gran cantidad de vapor sale de donde habían estado parados unos segundos antes alcanzando unas ramas de un árbol cercano. Cenizas.

Tsk.

— Mejor dense prisa — los otros tres asienten sin dudar, siguiendo a Kris hacia los icebergs que ya están en su rango de visión.

Al llegar y poner ambos pies sobre el hielo aquel, sienten que su piso se mueve, se tambalea de un lado a otro. No mucho, pero sí lo suficiente para preocuparlos al principio.
El menor tiene parte de sus piernas y manos azulosas de tanto tocar el hielo. Trata de mover algo allí y, además, le sorprenden los peces que se encuentran en su interior. (Porque oh sí, hay seres que en su momento estuvieron vivos y ahora congelados allí. Obra de los dragones, se debe darles sus respectivos créditos).

— SuHo dijo que… —

— No le creas nada, SeHun. Es un experto en… como se llame lo que sea que haga — habla firmemente sin dejar de mirar hacia todos lados el más alto — su nombre, SuHo, significa guardián en el idioma en el que me habló. Es un guardián de almas… y créeme que le gusta tenerlas, que estén bajo su mando. En el acantilado que viste están todas ellas atrapadas, condenadas por su guardián. Son leyendas desde que yo era pequeño, supuestamente su amor cayó por allí y lamentablemente murió. Se lamentó días; noches. Toda su vida. Terminó haciendo un trato con las brujas de Irzuk y acabó allí, engañado claro; pero él aún no se da cuenta de eso. Sigue creyendo que cuando un alma es encerrada allí, la de su amada saldrá. Pobre.

— ¿Le conocías, YiFan? — menciona Kai, sin quitar su vista de enfrente. La sangre de Kris hierve por sus venas, sus sentidos tratan de nublarse y casi pierde el control. “Pero no, vamos Fan, respira” — Habla, Wu YiFan.

Aunque nada sale como les espera.

Como si el nombre del dragón causara sensación y euforia, una ráfaga les invade desde atrás."Maldita sea, maldito Kai. Maldito Baekhyun y su maldito rencor".

El viento los tira y los separa, les hace magulladuras y les hace rodar lejos. Y desde otro lado, tomándoles por sorpresa y causando más desastres, otra ráfaga les invade y les hace separarse un poco más.
SeHun, como puede, termina arrastrándose con LuHan.

— ¿Pero qué—

Más viento.

Ambos terminan rodando por una pendiente del iceberg. LuHan ruega, pide, suplica en su mente que no caigan al agua porque, si el frío de esta no les mata, quién sabe qué podría causar en el menor el líquido aquel.

Y de pronto para. Su cuerpo deja de moverse y siente que puede respirar tranquilo, que todo va “bien”.
O eso cree hasta que nota que SeHun solo baja y baja, acercándose más al agua. Y está que entra en un colapso nervioso entre me lanzaré y lo salvaré o sus morirá, moriré… Y no atina más que a cerrar sus ojos profundamente, aguantando la respiración como si eso pudiera detener la caída del menor.

Pero sorpresa.

Así pasa.

SeHun deja de caer. Sigue allí, solo unos metros más abajo.

Y no sabe si debe bajar por él o hacerle subir.

Pero se decide por la primera opción.

SeHun abre la boca para hablar, pero sus palabras se ahogan en la de LuHan. Es una leve presión que pone nervioso al menor, aún más sabiéndose (o creyéndose) un maldito egoísta por quererlo solo para él. Pero no puede resistirme, piensa. LuHan sonríe aún sin separarse y causa un sinfín de emociones en SeHun. La respiración sobre la suya le hace notar que todo es real, que están allí; juntos. Saber que está sonriendo por su causa la provoca nervios (nervios de no ser lo que el mayor espera, de hacer algo mal, de equivocarse). La mirada que se posa en él le hace sentir al descubierto, observado, protegido. Pero nada supera lo sentimientos que le causa el hecho de volver a sentir los labios del contrario sobre los suyos. Un movimiento leve, nada desesperado pero cargado con emociones; como queriendo guardar el sabor del otro y degustarlo sin dejar el más mínimo detalle.
Se separan, pero no precisamente por falta de aire. Escuchan un fuerte ruido y ven pasar un dragón por sobre sus cabezas y SeHun puede jurar que no son lo que imaginaba o como se los habían planteado; además, el hecho de tener una gran cantidad de lo que parecen escamas de hielo simplemente le confunde más. El menor baja la vista pero no ve al mayor frente a él.
Luego, siente que le jalan de la capa. Cae dentro de un pequeño agujero junto con su hermano, quién le abraza por detrás y le tapa la boca con la mano derecha.

— Shh.

Y le vuelve a besar de manera lenta y cariñosa. Acariciando su boca con la propia. La mano izquierda de LuHan dibuja figuras sin forma sobre el estómago de SeHun, y con la derecha juega con su pelo.

¿Puede ser más perfecto, Hannie? 

Cuando se separan y el mayor queda apoyado en el hielo, SeHun está sobre éste de espaldas, siendo abrazado por él. El mentón de LuHan queda apoyado sobre el hombro del menor, cantándole pequeñas estrofas de canciones olvidadas.

Todos dirían que amarnos está mal. Todos lo pensarán, nos lo gritarán y nos lo refregaran en la cara. Pero… ¿Por qué preocuparme? Para mí estaba mal que me vieran como un bicho raro, como si fuera un gigante pequeño, un Elfo maleducado o una Ninfa sinvergüenza, pero a nadie le interesó. ¿Debería entonces importarme lo que para ellos está mal? Desearía quedarnos así para siempre. Congelarnos en este instante y que jamás nos encuentren, poder permanecer la eternidad juntos, felices, sonriendo. Pero no puedo ser tan…
Egoísta.
Es tu deber… no, más allá de eso y de satisfacer a tu padre es por el resto. Es por quienes viven en esos lares que rodean tu tierra, nuestra tierra. Son los mismos que nos darían la espalda si saben que la dejarías por un simple chiquillo.
Sí, un simple, estúpido, imperfecto y sin importancia chiquillo.
Quiero, en serio, ser feliz contigo. Pero hay una duda que me carcome por dentro, que quita mi aliento cada vez que me miras y detiene mi corazón cada vez que me besas.
¿Podrás ser feliz conmigo?
Si mis suposiciones son ciertas, no quiero oír la respuesta.
No deseo escuchar la negativa, ni la positiva. Sería encadenarte a mí, a mi sufrimiento; tú me darías tu felicidad a cambio de perderlo todo.
Quizás haya una pregunta que valga más, una que derrite mis ideas y pensamientos, una que no me deja vivir ni dormir en paz.
¿Quieres ser feliz conmigo, LuHan? — SeHun. 

sábado, 1 de diciembre de 2012

[HunHan/03] Deplore: Maybe, in another life ;;

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# C a p í t u l o  III.


Y de un momento a otro, no hay algo bajo sus pies.
El aire le roza la cara y todo el cuerpo, está cayendo.
Rápido, muy rápido.


Lo siguiente es agua. Ese líquido… rodeándole. Haciendo presión contra su cuerpo, prohibiéndole caer más.


Estoy… ¿vivo?






La lluvia pasa y LuHan está sentado al borde del acantilado, tirando piedras. Kris está junto con JongIn bajo un árbol, vigilando que no haga una locura.

Pero LuHan no es el único que sufre.
JongIn llora, sorbe su nariz, se limpia las lágrimas. Maldice al Elfo una y otra vez en su mente y en voz alta, le mata con la mirada y en su imaginación, echándole la culpa de lo-que-sea que haya pasado.
Kris le observa, aun buscando al menor con la mirada. Porque definitivamente volvería. Tenía que volver.

Pero los segundos avanzan y… nada.

Las gotas de lluvia se van deteniendo poco a poco, dándole paso a un reluciente sol, a un hermoso arco-iris. Las aves vuelven a cantar y es como si nada hubiera pasado. Nada.
Y cuando Kris devuelve su vista hacia LuHan, no está.
Llama a JongIn y éste le ignora, así que se aguanta sus ganas de matar al mocoso ese, hijo de troll y corre hacia el lugar donde recién estaba LuHan para buscar señas de la dirección por la cual el Elfo se hubiera ido, pero nuevamente nada. Respira profundo y capta lo que busca. El aroma dulzón de SeHun ya no está (y se esmera en tratar de encontrarlo, pero es como buscar a un enano en tierra de gigantes), pero el de LuHan sigue ahí. Hacia su izquierda, y no duda en seguirle antes que se mezcle más con la humedad presente.
Cierra los ojos y se deja llevar guiado por su esencia (entonces, es verdad que los dragones tienen buen olfato. Es un gran dato si eres perseguido por uno). De pronto, tropieza. Cuando lo hace pierde su concentración y, también, el rastro de LuHan. Y está a punto de cambiar su cuerpo por uno gigante y con alas cuando un chico moreno, un mocoso moreno según Kris, le señala con el pie hacia adelante.
Y allí está SeHun, como si nada, jugando con agua que el alto no sabe de donde mierda salió ya que flota en el aire. Siente el impulso de sacarlo de ahí, ir por LuHan e irse lejos… y está bien, llevarse al hijo de troll también.

Pero ocurre ese algo.

Eso que espera desde siempre.

El agua comienza a rodear a SeHun y éste empieza a cambiar. Su piel, su cabello, sus ojos. Y Kris piensa que es mucho mejor de lo que alguna vez pensó.

Pero algo no cuadra.

El olor de LuHan le había llevado hasta allí y no le ve. Es ahí cuando siente que esa misma agua se le acerca y él solo atina a retroceder. Le va a gritar a SeHun cuando la voz de LuHan (¿Dónde está?) se le adelanta. “SeHun, ¡SeHun! ¡Hunnie!”. Y el menor, como recién sacado de un sueño, se percata de la llegada de sus amigos.

Paf. Hace LuHan cuando cae desde algún lado.

Paf. Hace Kai en el momento en que es lanzado contra un árbol.

Paf. Hace Kris al caer al piso con SeHun.



“No… No se lo llevarán”. Mierda.



— ¡Es Suho! — grita. “Jodido JoonMyeon”, piensa.
Pero nadie sabe quién es ese tal SuHo.

— ¡JoonMyeon! ¡Soy YiFan! — Los hermanos le miran extrañado, ni idea quién es “YiFan”. El moreno abre la boca, formando una pequeña “o” y sin podérsela creer. YiFan… el maldito YiFan. Dragón de dragones, ladrón de ladrones, asesino de asesinos. El desaparecido YiFan, ¿eh?

— ¿YiFan? — se escucha de fondo, y el agua que flota empieza a juntarse. Una a una las gotas se entrelazan formando una figura cristalina, que una vez bien definida empieza a dar indicios de tener un rostro y ser algo — ¿Wu YiFan?

— El mismo, SuHo.

— ¿Pero no que tú… —

— No. Lo que sea que estés pensando, no. Y ahora te jodes y me dejas largarme con el mocoso, con LuHan y SeHun.

— ¿Es el hijo de SeYoung?

— Sí.

— Solo por esta vez, Fan — SuHo le mira, desafiante como ninguno contra Kris. Quiere, desea, necesita todo lo proveniente de la Nayade con él. ¿Obsesión? ¿Locura? ¿Amor? Bah, palabras. Hay cosas que no se pueden explicar, que se deben sentir y, quizás, SeYoung provoca ese-tipo-de-cosas en JoonMyeon — Y solo porque eres tú.

— Sí, como digas.

Él lo sabe WuFan, el moreno. Sabe quién eres. ¿No quieres dejármelo? — habla SuHo, en un idioma sin nombre e inentendible para los Elfos, pero perfectamente conocido por el dragón. Por un momento, la idea de dejarle a ¿Kia? ¿Kai? Le parece apetecible, confortante, ilusa. Imperdonable tratándose de SuHo.


Unas horas más tarde se aprecia a cuatro chicos (uno demasiado alto, claro), saliendo del bosque de los Kim en dirección hacia la única salida en con camino al norte: los icebergs, terreno de los dragones del hielo (vamos, no creían que estos solo lanzaban fuego por la boca, ¿o sí?).


Lo sabe, lo sabe, lo sabe… ¡Joder no! No, no puede saberlo, no debe. Un paso en falso y todo se acabará. No, este mocoso no me ganará, no me joderá los planes, ¡y menos ahora! Debería volver con SuHo y… ¡No! Cálmate Wu YiFan, cálmate. LuHan y SeHun pelean como una ardilla como si nada, no sospechan nada, saben simplemente nada. Te están mirando, solo sonríeles como si todo estuviera en su lugar… aunque no lo esté. Solo mantén la calma y niega lo que sea… no, no, no han dicho nada, no niegues nada. Ellos… confían en ti, sí. Ese mocoso no es nadie y… no seguirá mucho tiempo más con nosotros, no. Ríe, si, así, bien alto, mírale desafiante con tu sonrisa ladina y temeraria que tanto te sirvió años atrás. Perfecto, justo como ahora. Es como si yo creciera (¿o él se hiciera más pequeño?).
Me teme. Me rehúye. Me odia. Me… desafía con la mirada.
Respira Kris, que no rompa tu tranquilidad… porque si realmente sabe quién eres ni se acercaría a ti. No se arriesgaría a nada, YiFan.
Sí, perfecto. Wu YiFan.

viernes, 23 de noviembre de 2012

[HunHan/02] Deplore: Maybe, in another life ;;

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# C a p í t u l o II.





Una cantidad enorme de criaturas despide al grupo de tres que se marcha. Las trompetas de los enanos resuenan en todo el lugar una melodía nostálgica, como extrañando algo (al canto de las Ninfas, se podría decir). Las hadas les envían vibras positivas y llenan de pequeñas flores los cabellos de LuHan, Kris, y SeHun. Éste último es quién más feliz está por la atención de éstas, ellas eran sus confidentes, sus mejores amigas. Una pequeña y amarilla, conocida como Dex, está sentada en su cabeza trenzándole en el mismo lugar de siempre. Al final lo amarra con un lacito amarillo, y le susurra en el oído un pequeño “suerte” para luego irse con las demás.
SeHun siente que la necesitará, y en más de un aspecto.
LuHwang les da sus bendiciones para el viaje y le entrega a su hijo un pequeño obsequio, envuelto en la más fina seda tejida por las mismas hadas del reino de los Lee. Dentro de ella contiene el ala de un hada, símbolo de buena suerte según los Elfos (de mal augurio para SeHun, pues una tuvo que morir para obtener dicho objeto).
LuMin llora la partida de su hijo y le abraza fuerte, y luego un simple apretón en el brazo de Kris en señal de que lo cuide. Ni una mirada al menor.
Tras, quizás, una hora de despedida, se pierden de la vista de los demás dentro del bosque.

— Asegúrate que Park reciba su misión — LuMin le habla, sin que su marido se dé cuenta, a uno de los enanos. Éste al oír las órdenes se va sin que nadie lo note.




— La vegetación es cada vez más espesa… — rompe el silencio entre ellos SeHun, quién jamás había ido más allá de los límites de los terrenos de los Lu. O no que recordara.

— Se supone que así es para que sea más difícil encontrar el hogar de ustedes — responde Kris, mirando de reojo al menor y el leve sonrojo en sus mejillas al notar lo obvio que era la respuesta.

Caminan por todo el día, discutiendo cosas sin importancia y tratando de descubrir algo más de Kris. Resultado nulo, por cierto. Al caer la noche pueden ver unas luces a lo lejos y SeHun sonríe: es el dominio de los Kim, y allí vive JongIn.
JongIn, o también conocido como Kai, es un elfo de las tierras de los Oh, pero del dominio de los Kim. Se diferencian del resto por ser de piel morena, aunque eso no les quita belleza ni gracia. El moreno conoce a SeHun desde que son niños porque ha visitado los lindares de los Lu más de una vez; es él quién le enseñó a bailar y la pasión por tal.
El baile de SeHun es algo que había vuelto loco siempre a LuHan. Pero al mismo tiempo detestaba que por lo mismo pasara tanto tiempo con JongIn cada vez que éste fuera de visita.

Las casas en las tierras de los Kim son diferentes: todas de piedra. Están tan camufladas que sino es por las luces pegadas a estas no notarían la diferencia. Pero están todos reunidos en la plaza, lo cual quiere decir solo una cosa: JongIn está bailando.

“¡JongIn! ¡Kai! ¡Eres genial! ¡Hazlo de nuevo!” y muchos gritos más son los que salen de la muchedumbre. Los tres viajeros se quitan el gorro de sus capuchas y avanzan hasta el lugar, abriéndose paso hasta el frente. LuHan jamás le había visto bailar en realidad, pero para ser la primera vez que le ve sobre pasa mucho las expectativas que tenía del tal Kai.
La música recién empieza, y el sonido de los instrumentos legendarios de los Kim hacen una gloriosa melodía, para ser acompañados con el canto de uno de los Elfos más conocidos por tan majestuosa voz. Los movimientos del moreno empiezan antes que las palabras, moviéndose con tal gracia y esplendor.
Hermoso, bello, delicado, perfecto. Cualquier palabra queda corta y es un insulto contra ese arte que el joven impone. Al principio, con sus manos simula ser él quién toca la música, y el simple reflejo de la luna la de un toque especial. Cuando una voz rompe esa atmósfera, los movimientos del resto de su cuerpo empiezan. Una pierna, un brazo, ambos; lo hace con pasión, con amor a lo que hace. Se mueve por el pequeño escenario improvisado cruzando su mirada con la nada, como si le cantara a algo que estuviese más allá de su campo de visión. Su pantalón rojo algo ajustado denota más los movimientos de sus piernas, y con el color también llama más la atención; hipnotizando, prohibiendo dejar de observarle sin si quiera mirar al público o pronunciar algo más. Y cuando se cree que ha acabado empieza nuevamente, logrando que de nueva cuenta todas las miradas estén sobre él siguiéndole, admirándole. Termina con una vuelta y luego aparenta, como al principio, tocar el instrumento de fondo. Y tan rápido como todo acaba su número, su seguridad sobre el escenario se esfuma, dando paso a un JongIn que tiene en su cara una tímida sonrisa mientras agradece al público los aplausos y las palabras. Y como queriendo no perder ningún detalle de su alrededor pasa la mirada por todo el lugar, notando a SeHun mirándole entre la muchedumbre. Sonríe.
Pero no es el único que observa al menor; LuHan también lo hace.

El moreno baja corriendo del escenario, dirigiéndose hacia el menor.

— ¿SeHun?

— El mismo, JongIn — se abrazan fuerte, preguntándose como están y cosas triviales, aunque hacía tres años desde la última vez que se vieron — ¿Por qué nunca volviste, JongIn?

— Oh… mi padre me lo prohibió — LuHan en su cabeza está de acuerdo con aquel acto (y en realidad arde de celos) — Él dejó de ir a reuniones también allá. No sé el motivo.

— JongIn — una mujer delgada y alta, con facciones similares al nombrado le llama, mirando a los tres extranjeros — Tu padre te busca. Ahora — Kai la mira extrañado, pero no duda en obedecer a su madre. Ésta se dirige a los visitantes — Deben irse ya, LuHan — acaricia la mejilla del chico, en un acto maternal — están tan grandes los dos. Me hubiera gustado conversar, pero será otro día. Váyanse ya.




Es de noche ya cuando un árbol levanta sus raíces formando una especie de cueva, y le sonríe a LuHan, éste entra y le sigue Kris, finalmente SeHun. Deja cada uno su pequeño bolso en fondo y se disponen a preparar una pequeña fogata fuera, pues de todos modos en esos territorios no corren peligro. El más alto se ofrece para ir por leña, pero SeHun insiste en ir él, y Kris no puede decirle que no, por lo que el menor gana.

Un poco más alejado del “campamento” improvisado, SeHun se detiene.

— Sé que estás ahí, sal ya.

Silencio.

— Voy a ir a buscarte.

Nada.

— Tú lo pediste.

Y después está Kai riendo en el piso y SeHun sobre éste, haciéndole cosquillas.

— ¡Yah SeHun! Que si LuHan nos ve me mata — el mayor ríe. SeHun se queda estático, entendiendo la indirecta y preguntándose cómo rayos Kai está al tanto.
Pero decide cambiar el tema.

— ¿Por qué nos sigues?

— Mi padre quería que fuera a los icebergs del sur, por alguna razón quiere que me quede allá por un tiempo… pero yo les seguí — JongIn sonríe de lado, maliciosamente.

— Anda, ven a pasar la noche con nosotros.



Kai le sigue, no muy convencido.

Cinco minutos más tarde LuHan le asesina con la mirada.
Pero no dice algo, pues no son amigos.




A la mañana siguiente JongIn sale temprano seguido por LuHan, ambos en busca de madera.

— Deberías dejarlo ir LuHan, te vas a casar. Serás el Rey de Reyes, dueño y señor de los bosques del sur y del mar negro. ¿Pretendes hacerle ilusiones hasta el día de tu boda? ¿O luego simplemente seguir con él y mandar todo a la mierda? — Y por un momento, el tiempo para el mayor se detiene. Tiene razón, en todo. Haría eso y más… pero no era momento de arrepentimientos. Había dado un paso hacia lo que según todos era tabú y no volvería, no cuando lo poco del camino que ha transcurrido le parece delicioso, perfecto, adictivo.

— No Kai… mandar todo a la mierda sería casarme y hacer oídos sordos a lo que mi corazón grita — el mayor sonríe, para él mismo más que todo, estando seguro de sus palabras.

— Eso crees tú, ¿y lo que cree SeHun? Dudo que quiera permanecer a tu lado si eso implica entrometerse entre tú, tu familia y lo que los señores tienen para ti, LuHan. Quiero mucho a SeHun y simplemente no quiero que le hagas daño, ¿vale? — el moreno palmea la espalda del rubio cuando se va, dejándole solo.

El día pasa y el sol está en lo más alto cuando se despiden del centenario árbol que les acobijó la noche anterior. Algunas nubes recorren el cielo interponiéndose de vez en cuando entre el sol y la tierra, de vez en cuando se oyen cantos de hadas y, mientras avanzan, el terreno se hace menos espeso. Planean dirigirse a la tierra de los Enanos, ya que es más seguro pasar por allí que por el acantilado.

Pero de pronto, se pierden.

Las nubes se amontonan en el cielo cada vez más y más, dejando a un lado la claridad que les prestaba el sol. Lo más probable es que llueva y… a SeHun no le sentaría bien.
Hay pequeños detalles de los cuales LuHan debería estar al tanto, pero es realmente Kris quién se preocupa por ellos. Nada de agua de mar para el menor, adiós al rocío de la mañana que otorgan las hadas y, también, definitivamente estar lejos de la lluvia.
Con el paso de los años aprendieron a lidiar con eso, a prevenir pequeños accidentes. Por alguna razón la piel de SeHun rechaza todo tipo de líquido, con pequeñas excepciones, claro.

Pero la lluvia no está entre ellas.

Y sería un total peligro para él permanecer bajo ella, definitivamente no puede darse ese lujo.

Se pone nervioso. Siente miedo. Se desespera.

No quiere volver a sentir la lluvia sobre él, quemándole.

Esconderse bajo un árbol no es una opción, estos absorben la humedad. No hay tiempo para construir algo. No saben cómo llegar al lindar de los Enanos buscando techo.

Corre.

Huye.

Siente la primera gota y… llora. La primera tarde o temprano dará paso a la segunda, luego la tercera… y finalmente una lluvia torrencial. Ya no es un crío que saldría en dirección a su casa en busca de refugio y ayuda, ya no puede.

Porque su hogar no está allí.
Porque nadie puede ayudarlo.
Porque su única esperanza es que haya una casa en la nada.


Pero no la hay, claro.


LuHan le sigue, tras él van JongIn y Kris. Los tres gritándole. Pero el menor no escucha, solo siente. Siente la tierra bajo sus pies, y cuando pisa una parte en la que haya caído si quiera una gota cierra los ojos, le duele, mucho. Corre lo más que puede, cree que así llegará al terreno de los Enanos pronto y todo pasará… pero olvida que está perdido, que esa dirección puede llevarle a cualquier lugar.

Y de un momento a otro, no hay algo bajo sus pies.
El aire le roza la cara y todo el cuerpo, está cayendo.
Rápido, muy rápido.

LuHan le vedesaparecer en un dos por tres. Está por alcanzarlo y cae. Desaparece de su campo de visión.
Y ahora es él quién siente nervios, miedo; quién se desespera.

— ¡LuHan! ¿Y SeHun?

— Kris yo… él… el acantilado… — y recién allí se da cuenta de la magnitud de todo. Pequeños detalles se juntan y, en sincronía, dan un gran problema.


Un minuto, creo que ha pasado un minuto desde que sentí que corría lejos. En esos 60 segundos todo se vino abajo. Ya no puedo escuchar los susurros de los árboles, el revolotear de las aves y mariposas, ni los pasos de Kris y Kai que me seguían. Ni a mi corazón siento latir… ¿Será que he muerto con él? La vida me está jugando una mala broma, ¿cierto? Porque si esta es mi realidad no quiero imaginar como sería una pesadilla, como sería el infierno. ¿Por amarlo merezco esto? ¿O él por amarme? Si mi corazón ha dejado de latir es porque el de él también, ya que los compases de nuestros latidos son al unísono y se complementan. De nada serviría uno solo. ¿Acaso puede vivir una planta sin sol? ¿Mi madre sin mi padre? ¿Un hada sin alas? ¿Un dragón sin su vuelo? ¿Yo sin él? Si he de vivir en un mundo donde él no esté, donde su risa no pueda hacerme sonreír, donde no pueda deleitarme con verle dedicándome miradas, caricias… déjenme decirles que eso no es vida, porque mi vida está donde él esté. Vamos Kris, conviértete en ese majestuoso dragón del cual SeHun quedó sin aliento cuando le vio por primera vez y hazme un favor, ¿quieres? Quémame, que al parecer lo he perdido, le he dejado ir, me he rendido… Quizás solo así pueda olvidar todo por lo menos por un momento. — Oh LuHan.

jueves, 15 de noviembre de 2012

[HunHan/01] Deplore: Maybe, in another life ;;

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# C a p í t u l o I.




LuHan ya es todo un hombre, por lo menos físicamente. Ha heredado la cabellera de su madre, cobriza pero opaca y brillante a la vez. Tiene unos rasgos refinados y bien marcados como cualquier Elfo puro, unas orejas puntiagudas resaltan también, y en la derecha lleva un colgante que dice 'Oh' con letras rojas. Su brazo derecho está decorado con una línea tan roja como el diseño de sus aretes, esta da tres vueltas en el miembro, y tanto en el inicio como en el final tiene tres puntos. Su brazo izquierdo lleva dieciocho brazaletes de colores hermosos y relucientes, y cada uno señala un año desde su nacimiento. En su pecho yace el símbolo de su estirpe: de lo que es. Con un rojo brillante resalta un círculo en el medio, rodeado por dos líneas curvas, ambas con una distancia de un centímetro de la figura. En un extremo de cada trazo, los cuales son dorados, hay una pequeña esfera del mismo color que la más grande. Rodeando la pequeña figura, hay dos líneas más, algo más grandes que las anteriores, pero con tres círculos rojos como la sangre, uno en cada extremo y el último en el centro.

Pero, según Wu Fan, conocido en esos linares como Kris, todo está de adorno. LuHan es (y su teoría es que siempre será) un niño inmaduro.

SeHun se limita a mirar desde una rama alta. Los rayos del sol acarician su rostro, marcando más su bella y prácticamente perfecta piel. Kris se pregunta de donde habrá venido, qué será. Podría haber pasado por Elfo, pero le faltaba aquella delicadeza y esas orejas puntiagudas tan características de tales seres. Pero lo que causa duda es lo que ocurre cuando entra en contacto con agua dulce. Y como si fuera coincidencia entre sus pensamientos, el menor se prepara para saltar al estanque que alguna vez fue de las ahora desaparecidas Náyades, el cual está presente en el jardín.

Junta las manos y se inclina, respirando profundo antes de saltar. Se escucha la salpicadura del agua y adiós SeHun, ya no saldría por un buen rato. Su piel se transforma poco a poco, tornándose un celeste o calipso claro. Su cabello deja aquel rubio ceniza para transformarse en un café oscuro con reflejos tan azules como el cielo mismo, y de su cuello hasta su espalda aparece una especie de aleta verde musgo. La facilidad con la que se mueve en el agua es impresionante, aunque no tanto como la de sus antepasados. Después de todo, es solo un híbrido. A lo largo de su estómago se aprecian pequeñas circunferencias, prácticamente puntos brillantes que marcan de manera más grande el símbolo en su espalda, pero ahora en su parte delantera. Sus ojos abandonan el café que tienen pasando a ser un verde claro hermoso, inigualable: son como los de su madre. Lamentablemente, apenas una parte de su piel sale del agua, esta se retorna a su forma natural en un dos por tres. Kris espera con añoranza el día en el que pueda verle más allá de lo que la claridad del agua le permite; apreciar en todo su esplendor a esa criatura que todos le dieron la espalda, y que ahora todos admiran por tal belleza.

Wu Fan definitivamente cree que es hijo de un Elfo y una Náyade. Ha escuchado historias de Elfos y Ninfas de agua salada, pero jamás con una de agua dulce, y está seguro de que SeHun es el fruto de la última. Cuando él llegó, SeHun y LuHan ya tendrían más de 10 años, y la historia de los progenitores del menor era prácticamente tabú.

— ¿Kris? ¿Por una vez en tu vida dejarás que SeHun nade sin tu mirada?

— Eh… No — el alto permanece mirando al menor, y éste parece no notarlo.

— En fin… ¿Qué dices entonces?

— Sí, lo que quieras LuHan — realmente ni oye lo que le dice el Elfo, pero no le da importancia, mientras se callara le diría que sí a todo.




LuHan atraviesa un camino de árboles tan anchos que él solo no podría rodearlos. Los árboles mágicos le sonríen, y más de uno le saluda. Era fácil notar la diferencia de uno mágico a uno común, o por lo menos era algo sencillo para él. Los primeros parecían estar enterrados. Sus troncos no eran de más de treinta centímetros de altura, pero eran tan anchos como los otros y tenían un sinfín de ramas que subías hasta lo más alto, y sus raíces eran tan gruesas como sus ramas, además sobresalían de la tierra. Hacen sus raíces a un lado dándole espacio para caminar a LuHan, y un par de árboles traviesos le hacen una que otra broma, recibiendo por parte del Elfo nada más que risas.
Al terminar el sendero se encuentra con una pequeña (solo aparentemente) morada. Está hecha de madera, ubicada bajo un árbol (literalmente, pues este “creció” sobre la vivienda). El techo, puertas y ventanas, son verdes, camuflándose en la noche. Realmente, no era más que una fachada; al entrar había un pequeño pasadizo, conocido por realmente pocas criaturas, que se abría en el piso y daba lugar a unas escaleras de caracol. A medida que se bajaba, se van encontrando puertas y más puertas, cada una con un color diferente y tan hermoso como los mismos dueños. En cada uno de los cuartos residía algo diferente; criaturas, pasadizos, libros, ropa, etc. Y todo estaba tan perfectamente distribuido y planeado que, a menos que seas un mago, no podrías entrar. Y, tan solo si fueras un dragón, podrías destruir.
LuHan ve unas seis puertas antes de encontrar la negra perlada a la cual se dirige: el despacho de su padre. Es un lugar espacioso, de un blanco puro totalmente opuesto al negro que se encuentra en la entrada. Tiene cuadros de seres que ya no existen, anotaciones por todos lados, inclusive unos textos: nada del otro mundo. O no lo parece. Ese podría conocerse como “el corazón del bosque”, ya que en ese cuarto se llevan a cabo las grandes decisiones (algunas tan ocultas y oscuras que no se esperan de seres tan majestuosos, cosa que no hay que dejar pasar). LuHan no quiere tener que, algún día, ser él quién se encierre horas y horas allí, pero es algo que le han dicho que está escrito en el pergamino de los reyes, desde antes que él naciera, desde antes que siquiera los Lu fueran tan importantes.

— Padre — el inmaculado silencio se rompe por una voz seria pero a la vez algo débil, como insegura.

— Dime, LuHan.

— Quiero ir con Kris. Él es un dragón con experiencia en los terrenos del norte, además de que es joven y de mi confianza — a decir verdad, todos han oído que Kris es un dragón, pero nadie (con excepción de SeHun) le había visto en esa fase, por lo menos no allí. Tampoco se conoce la razón de por qué abandonó su tierra para asentarse en un pacífico bosque Elfo, pero LuHan mantiene la esperanza de que algún día le cuente.

— No.

— Pero…

— No.

— Entonces no me iré.




— ¡Kris! — un LuHan demasiado feliz para el gusto del más alto se dirige hacia éste y se lanza sobre él — ¡Mañana nos vamos de viaje!

— ¿Eh?

— Y va SeHun, así que no te preocupes por no verle nadar por un tiempo — rió.

— LuHan yo no…

— Ayer te pregunté, cuando SeHun nadaba — sonrió malicioso, sabiendo que Kris no le había escuchado, pero de todos modos había aceptado — iremos a los mares negros del norte, donde se encuentran los reyes Hwang.

Y el más alto sólo se estremeció al oír tal dinastía.




Wu YiFan es un dragón del cual no se sabe de donde viene, ni su pasado. En los terrenos de los Oh es simplemente conocido como Kris, un dragón que es amigo del futuro Rey de los mares negros, y sin el cual sólo sería un solitario dragón. Ignoran que en sus tiempos de gloria (porque sí, ha vivido más de lo imaginado) fue un caza-recompensas famoso, temido. Y tampoco se tiene idea de qué lo llevó a dejarlo, ni la relación que tuvo con los Hwang.
Kris es alto, más que un Elfo. Su mirada es tan temible como su altura: fría, inexpresiva; su cabello es rubio opaco, ni corto ni largo. Habla muchos idiomas, el de los dragones de los géiseres del extremo sur (que según SeHun el mayor inventó, cree que son sólo leyendas), conoce el de los Elfos del norte (y puede hablar perfectamente el de la dinastía Hwang), y parte del de las Hadas. Le ha insistido al menor de todos que le enseñe el lenguaje olvidado de las Ninfas, pero éste se ha negado. Con suerte le ha explicado un poco del de las Náyades, y SeHun aprendió ambos de un libro que su madre le dejó.
Cualquiera pensaría que Kris está enamorado del menor, por la embobación con la que le mira; por como le habla; por como se pierde en él. Pero realmente es una mera obsesión de la cual el más alto está al tanto. Su especie tiene una clase de fanatismo por las Náyades, he ahí su idea de que el híbrido sea hijo de una.




LuHan está ensimismado observando a SeHun leer. A veces cree que si no es porque creció con el menor se embobaría con éste al igual que Kris. Sacude su cabeza un par de veces para olvidar cualquier pensamiento innecesario y simplemente se dirige donde él, cerrándole el libro.

— ¡Hey! — una sonrisa tímida se asoma en el rostro del menor, quién aún tiene el cabello mojado, con una pequeña trencilla en su lado derecho.

— Me voy, Hun — la sonrisa del menor se borra lentamente, como esperando que le digan que es una broma, en su mente es incapaz de vivir sin LuHan — y tú vienes conmigo — el mayor posa un dedo en la nariz del menor, quién sonríe nuevamente, feliz.

— ¿Qué pasa Han? No te ves muy emocionado… cuando eramos niños siempre dijiste que te gustaría que viajásemos juntos, ¿ya no quieres?

— Voy a casarme, SeHun… — un silencio sepulcral les rodea. El menor trata de seguir sonriendo, sabiendo lo que eso significa. Perdería a su mejor amigo. Él, SeHun, quién es nada, no podría permanecer al lado de un Rey, ¡y no uno cualquiera, no! Sería el dueño de los grandes mares y del extenso bosque mágico. Tendría miles de ocupaciones, miles de nuevas amistades y deberes. Ya no compartirían cuarto, ni secretos, ni podrían viajar juntos en busca de la madre del menor como habían prometido hacía antaño. Él… seguiría queriendo al mayor como lo había hecho hasta entonces, y si era necesario le fomentaría a comprometerse oficialmente, después de todo era por el futuro de éste y el de ambos reinos.

— Oh… ¿YiFei, del reino Hwang? Supongo que es lo mejor que puedes hacer, Han…

— ¡LuHan, ven! — el menor asiente lentamente, dándole a entender a LuHan que simplemente se vaya con su madre, que es quién le llama.


— ¿Si, madre?

— Tu padre me dijo que te irás con Kris.

— Así es, SeHun irá también.

— ¿Te llevarás a ese? No sé cual es la obsesión tuya y de tu padre por él. Espero que sea devorado por un dragón — LuMin simplemente detesta a SeHun. Lo quiere lejos de su esposo, de su hijo, de sus dominios. Algo en él no le agrada, y según su instinto, jamás debió llegar a su lecho. 

— ¡Y que por favor no te salga el tiro por la culata, madre!

— ¿A que hablarme así lo has aprendido de él?

— De hecho, creo que he aprendido más cosas buenas de él y Kris que en mi casa — el menor abandona la estancia, cabreado. Siempre tiene las mismas discusiones con su progenitora, y acaban de la misma forma. Entra a la morada, bajando una cantidad de escalones que rechinan a su paso hasta llegar a una puerta dorada, la cual es su habitación compartida con SeHun.

— ¡LuHan! Ya estás aquí.

— Sí, me demoré un poco con mi madre. ¡No te vi entrar! En fin… ¿sabes ya que llevarás mañana?

— No, te estaba esperando — en realidad, el menor ya tenía todo en su mente, pero quería tener una excusa para que el mayor le ayudase.

LuHan se acerca al menor, tarareando una melodía, y ambos se dirigen al baúl al fondo de la habitación para poder ver qué llevar. Repelente de todo tipo, un libro de enfermedades silvestres, capas oscuras y largas para la noche. Probándoselas es como en cierto momento ambos seleccionan la misma, y empiezan a luchar por ella, cayendo los dos al piso, riendo.

— ¡LuHan! — el menor canturrea, abrazando como si de eso dependiera su vida al nombrado — extrañaré esto — SeHun hace un pequeño puchero, haciendo reír al mayor.

— ¿A qué te refieres? — sonriendo, corre los cabellos que bloquean la vista de su amigo.

— I can’t live without you — SeHun canta, algo sonrojado — tú te vas a casar y bueno, yo no tendré a nadie y…—

LuHan le besó.

Algo se encendió dentro de ambos.

Algo prohibido, malo para el resto; vital y dependiente para ellos.

Un viaje juntos no estaría mal. Un largo tramo para recorrer uno al lado de otro: para explorarse, conocerse más si es posible, poder descubrirse ellos mismos. Una meta incierta al final, quizás provechosa, quizás desdicha. Nada que puedan averiguar estando allí.

No hay más palabras, ni más acciones. Simplemente un beso. Las mariposas en sus estómagos no se hacen esperar, y las miradas con temor y cariño ahí están.

Al día siguiente se irían, y al final del recorrido tendrían un destino diferente cada uno. O si tienen suerte, un solo destino para ambos.


Lo que está escrito puede ser borrado. Sino es así que sea corregido, porque sólo soy yo el que escoge donde pisar, que escribir, que hacer y que no. Quizá esté escrito en los astros que me casaré con Hwan YiFei, pero está en mi corazón que sólo amaré a SeHun. Nada ni nadie puede predecir lo que mis sentimientos siguen, ya que ni yo he podido evitarlo. Si es necesario contraeré matrimonio y haré posible lo imposible, lógico lo ilógico, normal lo raro. Los dragones serán pequeños y las Náyades bailarán como antaño en esta tierra desdicha; en este mundo que para mí está de cabeza. Porque si lo que mi corazón dicta está mal haré que sea correcto, aunque eso signifique ir contra el deseo de los dioses, contra mi mente, contra mi madre… nuestros latidos laten al unísono y por la misma razón, y que un dragón me queme y me devore si miento, si me rindo, si me dejo influenciar. — Oh LuHan.
 

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